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Interfaces cotidianas: wearables para la corrección postural

El sedentarismo se ha establecido como un mal común entre la mayor parte de la población, especialmente a medida que el trabajo de un número creciente de personas se reduce a sentarse durante horas frente a un ordenador. La falta de ejercicio físico, unida a una postura corporal incorrecta y malos hábitos alimenticios, acarrean numerosos problemas de salud que se manifiestan de una manera gradual. Ante esta situación, y dada nuestra dependencia de los dispositivos digitales, la solución se presenta en forma de nuevos dispositivos que podemos incorporar a nuestro entorno y que diversas empresas comercializan como remedios eficaces y definitivos para lograr una vida más sana. Son ya muy conocidas las pulseras de fitness, así como los relojes inteligentes que incorporan funciones de registro de la actividad física del usuario. También se han popularizado las botellas de agua que recuerdan a su propietario que debe hidratarse (por ejemplo, Seed o Ulla son dos soluciones diferentes para quienes necesiten recordar beber agua). Con todo, un aspecto interesante de estos dispositivos es el desarrollo de diferentes formas de interactuar con el usuario o incitarle a ejecutar determinadas acciones, en algunos casos sin emplear una pantalla para ello. A esto se une, en el caso de la tecnología ponible (wearables) diseñada para ayudar a la corrección postural, el hecho de integrar el dispositivo en la ropa del usuario y establecer un intercambio de datos directamente con su cuerpo.

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A continuación veremos algunos ejemplos de estos dispositivos y cómo se integran en la actividad cotidiana del usuario. El más popular es Lumo Lift, un sensor conectado a una app para smartphone que se coloca junto al hombro y queda adherido a la ropa gracias a un enganche magnético. El usuario lleva puesto el sensor (que se ve sobre la ropa como un diminuto cuadrado gris) mientras lleva a cabo su actividad diaria, y este registra su postura y movimientos. Cuando el usuario curva la espalda o encoge los hombros, adoptando una postura incorrecta o forzada, el dispositivo vibra para recordarle que vuelva a adoptar una postura correcta. Además, el sensor contabiliza el tiempo que el usuario se mantiene en la misma postura, así como los pasos que da y la distancia recorrida para ofrecerle unos objetivos de vida saludable. Como hacen las pulseras de fitness, el dispositivo básicamente recoge datos y los ofrece al usuario, ya sea en forma de alertas (postura incorrecta, demasiado tiempo en la misma postura, etc.) o como gráficos que muestran el progreso realizado. Lo que resulta interesante de Lumo y otros sensores similares es el hecho de monitorizar constantemente la postura del usuario, con lo cual se produce una interacción regular con el dispositivo a través de una vibración, una forma de alerta que si bien se lleva usando durante mucho tiempo en teléfonos móviles y otros aparatos en este caso forma parte de una comunicación que se realiza a través del cuerpo. El otro aspecto a destacar es que el dispositivo debe integrarse necesariamente con la ropa, lo cual Lumo Bodytech ha resuelto de momento con unas piezas intercambiables de colores sobrios, así como broches adornados con cristales de Swaroski para combinar con los vestidos.

Alex es otro dispositivo recientemente lanzado en una campaña de crowdfunding que ha completado con éxito. En este caso, el sensor se coloca en el cuello, colgando de las orejas del usuario por medio de dos varillas ajustables. Al igual que Lumo, el sensor puede detectar la posición del cuello del usuario y enviarle alertas en forma de vibración para que adopte una postura más adecuada. Según indica su fabricante, Alex no resuelve los problemas derivados de una postura inadecuada (dolor de cuello, tensión en los hombros etc.) pero sí ayuda a prevenirlos. También apuntan que su dispositivo se sitúa en el único lugar donde puede obtener una lectura fiable, en el cuello. Lógicamente, este dispositivo puede resultar más incómodo para el usuario, sobre todo por el contacto directo de las varillas y el sensor con el cuerpo de la persona que lo lleva, además de su más evidente presencia. Alex también se complementa con una app para smartphone en la que se pueden ajustar sus preferencias y obtener información acerca de los hábitos posturales.

Por último, Jins Meme opta por integrar sus sensores en un complemento tan cotidiano como son un par de gafas. La montura, de corte clásico, integra por una parte sensores de electrooculografía (que miden el movimiento de los ojos y el parpadeo para determinar si el usuario está concentrado, distraído o somnoliento) y por otra un acelerómetro y un giroscopio que miden los movimientos de la cabeza y el cuerpo. Gracias a la información recogida por estos sensores, las gafas alertan al usuario acerca de sus hábitos posturales y estado de concentración. Una serie de apps permiten emplear estos datos de diversas maneras: por ejemplo, para consultar y evaluar la actividad física así como la concentración en el trabajo, medir los pasos andados, evaluar la forma física, seguir un entrenamiento físico y mental o avisar al usuario en estado de embriaguez que no debe conducir. Si bien las gafas de Jins suponen un complemento perfecto (para quien ya use gafas), su aspecto es más bien pesado, particularmente en los extremos de las varillas, que alojan sensores y baterías y añaden un poco atractivo bulto a la parte posterior de las orejas. La empresa también comercializa un modelo más deportivo, ofreciendo así un producto dirigido a personas que trabajan en oficinas y otro a deportistas, o también un producto para los días laborables y otro para el fin de semana.

Estos dispositivos ejemplifican las diferentes maneras en que la tecnología ponible se está integrando en la vida cotidiana y busca facilitar soluciones a cuestiones vinculadas con el cuerpo del usuario. Los retos principales para este tipo de tecnología son, por una parte, lograr ser fiables y efectivos en relación a las soluciones que quieren aportar, y por otra, conseguir adaptarse a los requisitos del mundo de la moda, puesto que no pueden ya concebirse como dispositivos autónomos, cuya estética responde a las tendencias de la industria tecnológica, sino que deben resultar adecuados al atuendo del usuario.

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