Interfaces

Interfaces cotidianas: el teclado sin teclas

Hace unos días se ha hecho pública una patente de un teclado para portátiles registrada por Apple en septiembre de 2015. La particularidad de este teclado es que carece de teclas individuales y en su lugar ocupa toda la superficie del ordenador con un sistema táctil similar al que emplea en los iPhone y iPad de última generación. Al no estar previamente definidas las teclas, estas se pueden configurar por medio de software (de la misma manera en que la pantalla táctil de un dispositivo móvil permite definir teclados o botones según sea necesario en cada aplicación), lo cual otorga una gran flexibilidad al teclado, ahora fusionado con el trackpad, y también permite a Apple distribuir sus portátiles en todo el mundo sin tener que establecer stocks para cada región o país.

Además de las ventajas de producción y logística que este prototipo de teclado pueda suponer para Apple, resulta interesante que la empresa californiana dedique atención a una alternativa al teclado tradicional, a la vez necesario e insuficiente, siempre problemático debido al número de teclas que debe incluir, la posición de las mismas y las funciones que estas permiten. La interacción con los ordenadores ha ido ganando en complejidad a lo largo de las últimas décadas, incluso en programas tan sencillos como los procesadores de texto, dejando atrás la sencillez de la máquina de escribir o el teleprinter, máquinas cuyo diseño ha determinado el aspecto actual del teclado de ordenador. Cabe recordar que la distribución de teclado QWERTY fue creada en 1868 por Christopher Sholes con la finalidad de evitar los atascos en las máquinas de escribir, facilitando que el operario emplease las dos manos y alejando las teclas correspondientes a las letras que se usan en sucesión (por este motivo se ha adaptado la distribución en ciertos países: en Alemania se emplea la versión QWERTZ y en Bélgica y Francia la distribución AZERTY). El teclado que empleamos actualmente es por tanto herencia de una máquina muy diferente y más primitiva, que no podía ejecutar comandos como copiar y pegar o pasar de un programa a otro (ni tampoco aumentar o reducir el volumen de los altavoces o la luminosidad de la pantalla). Aunque algunos dispositivos digitales (como Freewrite, que hemos comentado en este blog) han optado por volver a la simplicidad de la máquina de escribir, lo cierto es que el teclado tradicional es cada vez más insuficiente para interactuar con un ordenador. No obstante, se mantiene por el mismo motivo por el que sobrevivió a la transición de la máquina de escribir a los primeros ordenadores: su uso es ampliamente conocido y por tanto cualquier modificación supone una incómoda adaptación por parte del usuario. Incluso los teclados virtuales de smartphones y tablets tienen el mismo aspecto del teclado tradicional, aunque incorporen variaciones en función del espacio disponible en la pantalla. Más aún, aunque el ratón permita realizar muchas interacciones, las manos del usuario reposan predominantemente sobre el teclado y permiten ejecutar muchas acciones de forma más rápida.

Teclado Optimus Maximus

La adaptación del teclado a las complejas acciones que requieren determinadas tareas ha llevado por tanto a la creación de numerosos modelos con un mayor número de teclas, teclas coloreadas para facilitar el uso de ciertas funciones (por ejemplo, en edición de vídeo), teclados supuestamente ergonómicos y modelos especialmente diseñados para videojuegos. Con todo, aún no se ha creado un teclado realmente universal y adaptable como el que describe la patente de Apple. Los modelos más parecidos a este concepto son teclados adaptables en los que se sustituyen las teclas impresas por diminutas pantallas que pueden mostrar diferentes contenidos según la configuración escogida por el usuario. El más popular de estos teclados es el Optimus Maximus creado por Artemy Lebedev en 2007: el diseñador ruso y su equipo crearon un teclado expandido con 113 pantallas de 48×48 píxels que pueden mostrar cualquier contenido, en color. Con la ayuda de un programa es posible determinar qué función y aspecto tiene cada tecla, de manera que se puede adaptar el teclado a cualquier alfabeto o definir teclas específicas para abrir programas o ejecutar atajos de teclado. Aunque el teclado es algo voluminoso, el éxito de ventas llevó a agotar la producción del estudio moscovita, que ha dedicado varios años a producir otro modelo, el Optimus Popularis, más compacto y avanzado. Este segundo modelo se comercializa desde 2014 al poco popular precio de $1.500 la unidad.

 

Sonder Keyboard

Entre los competidores de Lebedev destaca Sonder Design, una empresa de Sidney dirigida por los hermanos Francisco y Felipe Serra-Martins, que ha desarrollado un teclado adaptable muy parecido al Optimus pero que emplea pantallas de tinta electrónica (más eficientes en consumo de energía) y no sustituye todas las teclas, sino que mantiene las que se asignan a funciones habituales (mayúsculas, salto de línea, opción, etc.). Las teclas que comúnmente se emplean para letras, acentos y números pueden configurarse de la misma manera que en el Optimus y variar en función del programa que se esté empleando. El teclado de Sonder resulta más elegante que el de Lebedev, con un diseño inspirado en la línea de Apple y obviamente pensado para combinarse con los productos de esta marca, aunque también es compatible con PC. Mucho más asequible que el Optimus Popularis, el Sonder se ofrece en preventa (aún está en fase de producción) a $199.

Estos teclados, así como la patente de Apple, indican la necesidad de transformar el diseño del teclado tradicional para adaptarse a la fluidez de la interfaz de la pantalla. Seguramente la disposición de cuatro o seis filas de teclas seguirá presente en los dispositivos digitales durante un largo tiempo (al menos mientras no se logre el ideal de Zero UI), pero esas teclas serán mucho más adaptables y será menos necesario recurrir a complejos atajos de teclado que es necesario memorizar constantemente. Queda, también, por resolver el aspecto táctil del teclado tradicional en el prototipo patentado por Apple: una única superficie es muy adaptable, pero la falta de teclas resulta a menudo confusa e incómoda, como atestigua la popularidad de los teclados portátiles para tablet. ¿Seguiremos tecleando en el futuro o dispondremos de mejores maneras de transmitir nuestros pensamientos a la pantalla?

 

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