Futuro

Algunas claves acerca del futuro del diseño

Con motivo de la entrega de los galardones Innovation by Design Awards 2017, Diana Budds de Fast Company ha entrevistado a algunos finalistas para conocer sus opiniones acerca del futuro del diseño. De sus comentarios se extraen algunas claves acerca de cómo debería ser esta profesión en los próximos años, y sobre todo cuál debería ser su implicación en el contexto social, cultural, económico y político en el que sin duda participa. Estas predicciones o aspiraciones aportan una visión más global del desarrollo actual y futuro del diseño a las tendencias dominantes en 2017 que hemos comentado en otro artículo. Se trata aquí, no sólo de ver qué se hará en diseño (ya sea editorial, web, de producto, de experiencia de usuario, etc.) sino también hacia dónde debería ir el diseño y qué principios debe seguir en el futuro.

Pensar más allá del producto

Una de las características de los diseñadores del futuro, según Carlo Ratti, director del MIT Senseable City Lab, debe ser su capacidad para actuar como mediadores y conectores entre personas y disciplinas, ayudando a operar un cambio a nivel estructural:

“Creo que los arquitectos y diseñadores están bien situados hoy en día para desempeñar un rol organizativo que podríamos definir como ‘coral’: son aquellos que pueden coordinar varias voces y hacer que formen un conjunto armónico. Los diseñadores deberían ser lo que, en biología, se denomina un mutagen, un agente que produce mutaciones en el mundo artificial.”

Esto implica pensar más allá del producto y centrar el trabajo del diseño en la innovación, investigando en los más recientes avances tecnológicos para afrontar los nuevos problemas que van surgiendo constantemente. Tim Brown, CEO de Ideo, indica que es preciso pensar en el diseño como en un sistema y abordar las maneras en que afecta al entorno y las personas, en un ciclo de aprendizaje continuo:

“Todo lo que hacemos debe ser un sistema de aprendizaje, no puede ser simplemente un artefacto. La tecnología actual lo hace posible. Sensores, software inteligente que percibe lo que ocurre, aprende lo que hacen las personas y cuáles son sus efectos en el sistema. Podemos aprender qué pueden conseguir los diseños, y así estos serán cada vez más poderosos.”

Las afirmaciones de ambos expertos conducen a considerar que el papel del diseñador debe ser mucho más activo a nivel social, no sólo como creador de nuevos productos sino como agente implicado.

Diseño consciente y activista

Los diseñadores son cada vez más conscientes de su papel en el desarrollo de una cultura consumista y de los efectos medioambientales del consumo de “usar y tirar” que potencian la mayoría de las empresas. Un diseño atractivo o ingenioso puede hacernos desear un producto aunque realmente no lo necesitemos. Pero, ¿se justifica en la venta de un producto más el participar en este ciclo de consumo y desecho, que claramente ya no es sostenible?

Según afirma Florian Idenburg, co-fundador del estudio de arquitectura SO-IL, la industria del diseño es parte del problema que supone una economía basada en la producción constante de nuevos objetos, que conlleva diseñar conscientemente productos que no tengan una larga duración (lo que se conoce como obsolescencia programada). Para combatir este ciclo, es preciso salir de la mera justificación económica y el diseño como una característica de los productos de lujo:

“Nuestros esfuerzos como diseñadores deberían centrarse en crear cosas que tengan sentido para un gran público en vez de ser caprichos para un sector reducido. […] Un modelo de diseño que haga que las cosas duren es menos lucrativo, pero podemos imaginar una manera de que funcione con la realidad de la economía.”

Los diseñadores pueden aplicar sus conocimientos a algo más que una industria que busca beneficios económicos a partir de la comercialización de objetos de consumo. Asta Roseway, co-creadora de DuoSkin (que hemos comentado en otro post), opina que no es posible ignora los retos globales a los que nos enfrentamos, ya sean políticos, sociales o medioambientales, y que es tarea de los diseñadores consideran cómo su trabajo afecta a los productos y las experiencias que crean. El diseño puede emplearse para buscar soluciones a problemas tales como la difusión de noticias falsas, la atención a las víctimas de desastres naturales o la mejora de las condiciones de vida de las personas en países en vías de desarrollo.

“El diseño puede inspirar colaboraciones y soluciones que se enfrenten a estos retos y animen al público a tomar conciencia. El diseño puede dar visibilidad a soluciones sostenibles, combatir prejuicios e inspirar un urbanismo más sensato, entre muchas otras cosas.”

La implicación de los diseñadores no se limita a temas medioambientales o de diseño para situaciones de emergencia, sino que también puede entrar en la esfera política, según Jay Osgerby, co-fundador del estudio de diseño Barber Osgerby. El diseñador propone aplicar los métodos de design thinking a la política, centrando los esfuerzos en la búsqueda de soluciones a problemas geopolíticos o sociales más allá de los esquemas establecidos y la habitual dependencia de los intereses económicos. En este aspecto, Osgerby considera que los diseñadores podrían ser asesores en estas cuestiones, aportando nuevas perspectivas y métodos.

Esta mayor implicación de los diseñadores en cuestiones sociales, medioambientales o políticas conlleva una reflexión acerca de la ética del diseño. La cuestiones éticas se llevan también a otro nivel al considerar que queda en manos de los diseñadores determinar los parámetros en los que se desarrollará la inteligencia de los objetos, esto es, los objetos con capacidad para detectar e interpretar su entorno, aprender e incluso prever las acciones del usuario. En opinión de Rob Girling, co-fundador y co-CEO de Artefact, esto tiene consecuencias a largo plazo:

“… la disciplina de diseño se verá obligada a pensar acerca de las consecuencias de nuestro trabajo en un context a mucho más largo plazo: literalmente, se tratará de decidir qué futuro queremos crear y, más importante aún, cuál queremos evitar.”

Un diseño más auténtico e innovador

La proliferación de mensajes que buscan llamar nuestra atención generan una saturación visual que ya denunciaba Dieter Rams en los años setenta y es hoy en día más acusada aún gracias a la combinación de los medios tradicionales con los dispositivos digitales. Ante tal sobrecarga de estímulos visuales, se hará necesario regresar a un diseño más simple y auténtico que permita crear relaciones más significativas entre las empresas y los usuarios. Esta es la opinión de Min Lew, co-fundador del estudio Base Design, que ha realizado recientemente la comunicación visual de la terminal 4 del aeropuerto JFK de Nueva York.

Este retorno a la autenticidad no está reñido con una mayor atención a la innovación, que implica adoptar una dinámica más flexible en la práctica del diseño. Según señala Mark Davis, jefe de investigación en diseño en Autodesk, el ritmo de cambio en los métodos y recursos que se emplean en esta profesión es demasiado lento, y se queda atrás ante la acelerada evolución de la tecnología, que no sólo aporta nuevas herramientas sino que requiere replantear flujos enteros de trabajo e incluso la propia manera de concebir el proceso de diseño:

“Todos los diseñadores, ingenieros y artistas deben ser curiosos y explorar nuevos métodos de producción, experimentar con nuevos materiales. Si no están dispuestos a aceptar cambios en el proceso y experimentar con cada proyecto, entonces toda la maquinaria se detiene.”

 

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